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Las malas condiciones ambientales trajo graves consecuencias a la caña de azúcar


Las condiciones ambientales para el crecimiento y desarrollo de cañaveral no fueron las ideales. Desde la EEAOC (Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres) consideraron al 2020 un año complicado para este cultivo debido a las escasas lluvias producidas entre marzo y fines de noviembre, lo que arrastró una situación de estrés hídrico hasta enero de este año. A la falta de precipitaciones se le suman las heladas que hubo durante la zafra y por otro lado las 112.000 hectáreas que sufrieron problemas de quema. “Recién en estos días comenzó a componerse la situación de los cañaverales. Esperamos que en marzo y abril las lluvias nos sigan acompañando”, manifestó en entrevista con Suena a Campo, el coordinador del subprograma agronomía de la Caña de Azúcar, doctor Eduardo Romero.

Estos sucesos climáticos trajeron más consecuencias negativas relacionadas con las plagas y enfermedades. Entre noviembre y diciembre se potenció la aparición de insectos como elasmopalpus lignosellus (insecto que aparece con alta temperatura y baja humedad), que afectó gran parte de los cañaverales que habían perdido su cobertura por efecto de la quema.






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